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El ojo entre más ve, más quiere

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Pastor & Master Coach Juan L. Laine

Hace varios siglos atrás Miguel de Cervantes dijo: “El que anda mucho, ve mucho y sabe mucho”. Personalmente soy un fiel convencido de esta declaración, hace algunos años atrás en mi primer viaje por el medio oriente llegue hasta la madre de todas las ciudades Jerusalén , así me la presento un lugareño. Admito que en los primeros minutos me sentí completamente abrumado, sobrepasado por todo el peso de la historia, es impresionante que en un pedazo de tierra tan pequeño, hayan acontecidos tantos formidables acontecimientos históricos.
Como maestro y estudiante permanente de sabiduría me propuse saber lo máximo posible acerca de esta maravillosa ciudad, movido por este deseo camine por varias horas hasta que llegue a su casco antiguo de la ciudad, lo que vi y aprendí en esos días jamás lo podré olvidar, especialmente porque aprendí varias lecciones de vida, también les llamo lecciones de sabiduría , pero hubo una de ella que siempre repitió en mis conferencias de liderazgo y productividad, se trata en una antigua leyenda que se ha trasmitido de generación en generación, espero que sea de tanta utilidad como lo ha sido para mi vida y para la de mis oyentes.
La leyenda dice así: En una mañana cualquiera hace varios siglos atrás, un mercader muy rico llego hasta las estrechas calles de Jerusalén para hacer negocios con los vendedores allí establecidos, el mercader gozaba de mucha fama ya que se decía que era el hombre mas rico de toda la región, pero este mercader tenia una particularidad que lo hacia muy notorio, era tuerto, ni todo su dinero y sus ropas muy costosas no lograban distraer la atención de las personas. Un día el mercader se sintió muy atraído a un puesto que convocaba la atención de muchos lugareños, pensó que el también podría encontrar algo útil en aquel lugar, para sorpresa del mercader en la mesa del vendedor se exhibían muchas cosas de valor, pero la que cautivo toda su atención fue un ojo de vidrio que parecía podía calzar perfectamente en el orificio vacío de su rostro, el mercader pregunto ¿cuánto vale el ojo? A lo que el vendedor respondió, vale su peso en oro, el vendedor rápidamente saco una balanza y puso el ojo en un extremo de la balanza, mientras tanto el mercader rico se apresuro a sacar de su bolsa unas piezas de oro, su sorpresa fue grande cuando después de poner algunas monedas de oro la balanza no se movió en lo mas absoluto, rápidamente con la premura que suelen actuar los muy interesados en algo saco mas oro , pero el ojo seguía sin moverse en la balanza, nervioso por no poder adquirir rápidamente el ojo, le pidió a su sirviente traer todo el oro que tenia en los camellos, para ese entonces todo mundo estaba impresionado por tal cantidad de dinero nunca antes visto, el siervo agitado por la premura de su amo llego hasta la mesa tra-yendo todo el oro y a pesar de poner todo el dinero en la balanza, el ojo siguió sin moverse lo mas mínimo. El mercader confundido y frustrado sin poder hacer la transacción no tenia palabras, justo en se momento un anciano que observaba el espectáculo se acerco al mercader y le dijo: ¿Me dejaría ayudarle? El mercader lo vio con menosprecio por unos segundos, pero acepto la ayuda del hombre, el anciano saco un ligero pañuelo de sus ropas y envolvió al ojo, habiendo hecho esto, casi por arte le magia la balanza salto, nadie daba crédito a lo que veía, el mercader atónito solo atino a preguntarle al anciano ¿ cómo lo hizo? ¿cómo logro mover la balanza a mi favor? El anciano dijo: tuve que envolver el ojo, porque el ojo entre más ve, más quiere.
Estimados lectores esta historia encierra una gran verdad milenaria, los ojos nunca se cansan de ver dijo Salomón, por eso debemos ser muy cuidadosos donde ponemos nuestra mirada, en que fijamos nuestra atención. Esta leyenda le ayudara a ahorrarse mucho dinero, además le ayudara a evitar desvíos en la vida y por ultimo le enseñará a fijar su atención e interés en las cosas verdaderamente valiosas e importantes de la vida. Nunca lo olvide; “El ojo , entre más ve, más quiere”.

(Texto tomado del libro “El poder
de los hábitos” , por Juan L. Laine)

Juan L. Laine
Pastor / Master Coach




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